miércoles, 30 de noviembre de 2011

Oda generacional.

 (A la mía, a la tuya, y a cada una de las valientes en esta Historia).


Anteayer, creo que fue, vine a darme cuenta de que iba vestida de mi madre. No disfrazada, o quizá no más allá de un disfraz social cuya única (y valiosa) misión es dibujarme a mí misma, sino vestida.

Hacía día triste y cansado, quizá por vómito mío, por el no-poder-más, y yo corria por Madrid con unas ojeras inmensas y mi cuaderno en la mano, la falda al viento subiendo de Plaza España. Es esa falda que está rota por mil partes, transparente casi, jirones de tela negra y un algo que supongo que antes sería rosa o morado o marrón cayendo hasta enredarse con mis botas las que no son botas, esas, las negras del lazo, las de hippie de mierda que dirías tú, hace dos años, mirándome con ansias y hablando de Cortázar. O quizá ese es el problema, que no llegaste siquiera a Cortázar.

No sé si llevaba boina. Supongo que sí, porque recuerdo que tenía el pelo horrible y no me había puesto las lentillas, y me sentía tremendamente absurda con las medias negras que no lograban taparme del frío tan acosador. Y el jersey que me ponía día sí día también el año pasado en el que creo que cabría yo una y otra vez, que tanto me gusta y que me compré cuando perdí el otro de color negro hace ya siglos.

Cuando me gasto me visto así, con ropa gastada. Con mi abrigo nuevo que tiene más de veinte años, de una pana negra gorda gordísima y un cuello atroz. Que los botones de madera son tan grandes que ya ni me pongo chapas. Y que es la cosa más progre del mundo, que cualquiera se pensaría que iba camino de una reunión o un mitin o una asamblea o algo, fíjese usted qué cosas. Con la bufanda tapándome la mitad de la cara (la otra mitad ya me la tapaba el sueño), salvo que yo nací en los noventa (taidós, taidós) y no tengo más remedio que repetirme que eso de los setenta, eso de los ochenta, eso de las barbas y los abrigos de pana, eso de las faldas largas y los panfletos en bolsos de cuero, eso del humo de los cigarros en una sala sin ventanas, eso del "no abras la puerta si no le conoces", eso, es un estado mental.

Porque estamos en 2011 (todavía, por poquito) y eso, eso (qué barbaridad), eso no son cosas de hoy en día. Porque en este siglo, como todas sabemos, no hay ansias, no, no hay necesidades, no hay revoluciones potenciales. Ni falta que hacen. Por mucho que yo me vista de mi madre.

viernes, 25 de noviembre de 2011

25 de Noviembre.

Si tocan a una, nos tocan a todas.
(Y la Revolución será Feminista, o no será).


miércoles, 23 de noviembre de 2011

Gira la vida.

Volví a mi pueblo. Allí todo sigue igual, como en cada una de mis visitas express, como si el tiempo lo evitara, como si los relojes se negaran a seguir avanzando al entrar en contacto con la primera de sus casas. Quizá es simplemente que a mí el reloj (el biológico y el otro, el de muñeca) se me rompió hace tiempo, pero Alex tiene más o menos barba y el pelo de Jeni parece más largo y Ana está más delgada (más) y David ahora tiene novia y Juanfran dejó el trabajo y el otro Alex cambió de gafas, pero el tiempo no pasa.

Es algo de lo que sólo nos damos cuenta Kike, que está estudiando Arquitectura en Valencia, y yo. Las tiendas abren a la misma hora y se habla de las mismas cosas que hace dos años. Salimos por los mismos sitios y los chismes son idénticos, repetidos una y otra vez en un comienzo de bucle que tiende al infinito.

Dicen que he cambiado. Que miro distinta, como más vieja. Que pienso más y parezco más convencida de todo, que estoy más seria, que puedo dar miedo. Yo sonrío con cansancio y bebo cerveza, sintiéndome una extraña en casa ajena. A los dos días me ahogo, siempre pasa.

Me gusta volver, ahora sí; al principio no, huía de esos viajes, corría en sentido contrario al del autobús en cuanto lo veía llegar a la Estación Sur. No podía soportar la monotonía y la capa sepia que inundaba todo, la Calle Mayor, el ayuntamiento nuevo en construcción desde hace cinco años, el parque municipal, la puerta del Urbano (quizá esto último sí, esto último sí me gustaba). Eran días perdidos, y después no lograba encontrarlos. Tampoco lo intenté nunca con demasiada fuerza.

Ahora, en cambio, una descansa y se siente más persona durante cuarenta y ocho, cincuenta, sesenta horas. Abraza a mamá, discute con mamá, vuelve a abrazarla. Como si el tiempo no me tocara. Como si la vida así con todo su significado se hubiera paralizado. Como si nada.

sábado, 19 de noviembre de 2011

He visto las calles.

El caso es que ahora no sé por dónde empezar; si decir que las facultades son como mastodontes dormidos o que la gloria sabe a sangre amiga.

Por la noche, los edificios palpitan de vida. No hay luz en las calles ahí donde acaba Madrid, ni coches junto a las aceras ni peatones por las vías. El transporte público no llega ya, es la estación fantasma de nuestros libros de niñas. Las facultades son como mastodontes dormidos, que palpitan, palpitan de vida. Bloques de cemento gastado y ladrillo agujereado durante la Guerra Civil, que se alzan con orgullo portando en cada una de sus columas la dignidad del vencido.

Por la noche, los edificios palpitan de vida. Una brigada de seguridad recorre diminuta toda Ciudad Universitaria, analizando con algo así como miedo cada ventana prendida, casa sonido extraño. Y en mitad de la noche, las hormigas trabajan: a las cuatro de la mañana, setenta personas se afanan en el vestíbulo de Geografía e Historia. Las hormigas son Víctor y Chavo bajando desde Filosofía para pedir silicona, compas, que hay que cerrar las puertas, María llamándome desde Medicina para avisar de que la tele está allí, Clara y Diego viniendo desde Ciencias porque les falta tela de pancarta; las hormigas son las docientas personas encerradas en el campus de Somosaguas, llamando para darnos ánimos; las hormigas son las valientes que han sacado la primera asamblea en la historia de la Universidad (hasta ahora) pública Rey Juan Carlos, soy yo subiendo a Filo a por palomitas porque Andrés tiene hambre, son las compas de la Politécnica preparando piquetes para las salidas del metro, son las 130 personas que retransmiten por internet la asamblea de Bellas Artes; las hormigas son las estudiantes de la Universidad Autónoma, que han logrado sentar el Rector frente a ellas de igual a igual, y las que entraron por la fuerza en la Carlos III y las que se dejaron los ojos y los todos manteniéndose despiertas hasta las siete de la mañana.

Por el día la euforia y el miedo terrible al fracaso de todo. Rafa diciendo que han logrado abrir las puertas de Veterinaria, Manu y Quique temiendo por todo, Isa con cuarenta horas encima sin dormir.

La gloria sabe a sangre amiga. Pero el día 17, sí, fuimos las estudiantes. La gloria sabe a sangre amiga, pero el día 17 quien quiso entrar a Madrid por la carretera de A Coruña tardó cuarenta minutos más que de costumbre, y la Castellana estuvo cortada antes y Gran Vía después. La gloria sabe a sangre amiga, pero qué gloria más tremenda, institutos y universidades al paso señalando a los culpables, subiendo después de once años a las escaleras de este Congreso tan impuesto y tan cobarde, marchando sin miedo, sin miedo frente a la ejerción de la fuerza más bruta. Tomando las calles y haciéndolo bien.

La gloria sabe a sangre amiga. A Víctor, a Adrián, y al resto de las que han salido esta mañana de los juzgados de Plaza de Castilla tras pasar dos noches en el infierno que es Moratalaz.

Y no sé por dónde acabar: si decir que las facultades son como mastodontes dormidos o que la gloria sabe a sangre amiga.


Si nos roban el futuro, bloqueamos la ciudad.
http://tomalafacultad.files.wordpress.com/2011/11/carta-estudiantil1.pdf


lunes, 14 de noviembre de 2011

¡A la Huelga, compañera!

LUNES 14 de NOVIEMBRE
12:00. Rueda de prensa en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense (UCM).
13:00. Acto informativo en la Facultad de Veterinaria (UCM) sobre la Estrategia Universidad 2015 y los motivos de la Huelga.
17:00. Asamblea General de la UCM en Ciencias de la Información.
19:00. Reunión Interasambleas de #Tomalafacultad en Ciencias de la Información.
21:00. Primera noche de encierro.

MARTES 15 DE NOVIEMBRE
13:00. Acto informativo Estudiantes+PDI+PAS en el metro de Ciudad Universitaria. ¿Qué es la EU2015 y por qué vamos a la Huelga?
20:00. Segunda noche de encierro.

MIÉRCOLES 16 DE NOVIEMBRE
14:00. Asamblea en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).
18:00. Charla Estudiantes+PDI+PAS+MareaVerde sobre los recortes de Educación en Madrid y la precariedad juvenil, Facultad de Filosofía y Filología (UCM).
19:00/20:00. Asambleas preparatorias de los encierros descentralizados en la UCM (Facultades de Medicina, Filosofía, Bellas Artes, Historia, Psicología, Ciencias de la Información y Biología), UPM (Escuela de Ingenieros Agrónomos), UAM (Económicas), Universidad Carlos III (edificio 15), Universidad Rey Juan Carlos (Campus de Vicálvaro), y Universidad de Alcalá de Henares (Facultad de Ciencias Ambientales).
21:00. Tercera noche de encierros.

JUEVES 17 DE NOVIEMBRE: HUELGA GENERAL EDUCATIVA
07:00. Piquetes informativos.
08:00. Cierre de facultades. Pasaclases masivos. Clases populares.
11:00. Manifestación en la UCM y sentada frente al Rectorado.
15:00. Piquetes durante el turno de tarde.
16:00. Salida del Bloque Universitario desde Ciudad Universitaria (UCM+UPM).
17:00. UAM, UC3M, URJC, UAH y Asamblea Interinstitutos se unen al Bloque Universitario en Nuevos Ministerios.
18:00. Llegada del Bloque Universitario a Neptuno.
18:30. Manifestación por la Educación Pública: LA EDUCACIÓN NO SE VENDE; SE DEFIENDE. Por unos servicios públicos de calidad, ¡no a la Universidad de la precariedad!

NADIE EN CASA, NADIE EN CLASE: ¡TODAS EN LA CALLE!
Compañera, ¡a la Huelga!


(Comparte, difunde, actúa).

domingo, 13 de noviembre de 2011

Seguir andando.

 Días como éste, de auto-quererse y enchufarse a la corriente. Me hacía falta sentir que de verdad merecía la pena.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Traigan un médico.

Quería escribir algo de cuando era (más) pequeña. Lo recordé anteanoche, tumbada bocarriba en la cama a eso de las cuatro de la mañana. Anteanoche y bocarriba. Yo corría detrás de las palomas, no me gustaba especialmente hacerlo pero aquel día había otra niña que sí parecía disfrutar bastante. Para mí era mejor sentarme a mirarlas y acercarme despacito, despacito, a la que tenía más pinta de interesante. Abría las manos con cuidado pero ella siempre salía volando; son listas las palomas, nunca logré atrapar una. Mi padre sí, lo hizo una vez, y a mí se me abrían los ojos de sorpresa cada vez que me acordaba; me parecía algo bonito, las palomas le querían.

Yo iba con mi madre, que intentaba tirar de mí para algún lado que no fuera la barandilla de las escaleras de la Glorieta, de piedra y un metro de anchura, planita, planita, tobogán perfecto por el que mi entorno social llegaba a hacer colas de media hora. Mi abuela estaba también por ahí, creo; siempre ha "estado por ahí", es algo intrínseco a ella, como la sombra de la que no puedes despegarte pero que hace las mejores paellas del mundo. Y mi madre me cogió en volandas, me sentó en un banco, y me preguntó, muy seria: "¿Te sabes tu fecha de nacimiento, Julia?".

No sé qué edad tendría yo. Anteanoche era incapaz de recordarlo, me dolía demasiado la cabeza, pero sé con certeza que en aquel momento me sentí la persona más mayor del mundo, a la que le hacían revelaciones importantes. Entonces mi madre me dijo que eso del "dos del dos del noventaidós" era sencillo de aprender, como una canción. Me pasé meses preguntándole a mis amigas por su fecha de nacimiento, y desde entonces siento un resto de orgullo cada vez que pronuncio ese "taidós".

No sé a cuento de qué me acordé de esto.
Quizá es que estaba cansada, cansada como todo este mes monstruoso en que nos dejamos la piel cada mañana y cada tarde para conseguir no sabemos qué, para construir un algo que igual se nos desmorona en apenas una semana. Es esta necesidad de ternura constante dentro de un mundo crudo como el más gélido invierno, en donde nos rozan con raspadores metálicos y nos exigen cada vez más convicción en la nada, más capacidad de supervivencia, más levántate otra vez.

O quizá, simplemente, había leído demasiadas veces eso de oncedeloncedelonce, y la niña que hay en mí quería reivindicar lo del taidós, taidós.
En cualquier caso, me pareció bonito.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Aquellas manos.

Simplemente tengo ganas de algo que no es esto, lo siento, o quizá quiero construir un ideal tan idílico como falso, recuperar lo que no existió nunca por su parte pero que yo me creí como la idiota que soy. Y que, por una vez, esto también vaya por tu parte. Sólo que tú no eres tú, por mucho que yo trate de autoconvencerme. O al menos, no el tú que deberías ser en ese mundo perfecto, el tú que yo querría que fueses. Así que no sé. Quizá he metido la pata en todo, huyendo de ese sentirse sola, de ese rotar continuo de sábanas. Porque creo que no seré capaz de nada, de nada, hasta que no vuelva a sentir eso. Y es una putada, sí. Sobre todo para ti, supongo. No quiero refugiarme en algo que no es lo que yo quiero y tratar de cambiarlo a mi gusto, sería estúpido; eso de comprar el piso sin amueblar no funciona en estos casos, y a mí me gusta el mobiliario agresivo, que me arañe en la espalda y me deje rendida, que me sostenga, que me discuta, que me deje sin aliento. Mejor no autoengañarse, entonces. No eres especial (no para mí), mis debilidades están ahí y yo las conozco de sobra. Habrá que analizar la jugada.

(Aquel invierno no paraba de llover).

jueves, 3 de noviembre de 2011

Carta a mi padre.



Perdona por los quebraderos de cabeza, perdona por los disgustos, por las discusiones, por las decepciones. Pero es que me descubro tratando de pedir perdón, de verdad, perdón por todo que yo os quiero más que a mi vida, y simplemente no puedo. No puedo. No puedo, porque hay algo ahí, esa tozudez que nunca se me fue del todo, que quiere gritar que me dejeis caerme alguna vez. Que si tengo que llevarme el susto mejor ahora que más tarde, que algún día tendré que dar el salto (que sí, que en muchos sentidos ya lo he dado, lo sé) y que poniendo noes a mis ilusiones (a algunas, cuidado, no pretendo tergiversar nada) no conseguís absolutamente nada. Que no se puede querer todo, hacer todo. Bueno, ¿por qué no? Supongo que será algo de la maldita edad, pero si no pido ese todo ahora no lo pediré nunca. Que a todos les llegó el momento de demandar quinientas vidas, y yo simplemente tengo un vértigo inmenso que me impide desperdiciar nada.

Es el pánico eterno, ¿entiendes? Y ya sé que no hay que dejarse guiar por los temores, pero es como quien se tapa con la manta para protegerse del monstruo: no pierde nada. No soy tonta, sé lo que os supongo. Sé lo que os cuesto y no sólo económicamente, aunque si tengo la impresión de que la traba está ahí, por algo será; de alguna conversación habrá salido, alguien me lo repetirá al oído. Pero no, no me refiero a eso; sé los esfuerzos, sé los motivos. No pretendo ir de recién llegada. Sólo que en algún momento habrá que asumir que las opiniones son distintas y que en ciertas cosas (la responsabilidad personal está ahí; el criterio propio, también) paso a ser una persona autónoma, que no independiente.

Sé que este derroche de melodrama no suele hacer más que empeorar las cosas, pero es que soy idiota, qué se le va a hacer. Y sé también que en algunos puntos partimos de concepciones totalmente diferentes, lo que hace casi imposible llegar a las mismas conclusiones. Lo que me duele (que no te duela tanto, que no te duela tanto; ya lo sé, joder) no es un no concreto a determinado asunto, sino la convicción de que en una situación que no trae problemas a nadie y que puede, por el contrario, ser positiva (puede, vista tu antipatía) para mí (para mí), mi opinión quede completamente supeditada a la vuestra. Mi opinión, mis ganas y mis todo. Que seré una ilusa, ingenua, idealista de palo y todo lo que no hayas dicho para que no lo "malinterprete", pero mira qué te digo, en la crudeza del asunto soy realista y de verdad que creo en lo que hago. Tanto peor para mí, tanto mejor para todos.

Piensa lo que quieras. A mí sólo me queda daros las gracias por todo lo que habeis hecho, de verdad, que no soy (tan) idiota como para no verlo. Y pediros que aunque no compartais mi postura, la entendais, por favor, que supongo que de algo os suena. Al fin y al cabo, no soy más que lo que fuisteis vosotros. Y a veces me siento tan atada a vuestras opiniones; que si a te te dolería que fuera a algún lado sin vuestra aprobación, imagina lo que me duele a mí el tener que decir que no. Y da igual, que no es cuestión de un caso concreto.

Os quiero muchísimo.

martes, 1 de noviembre de 2011

El único camino.


Ahora sí, ahora sí que sí. Que si no, cuándo será; que si no nosotras, quién lo hará. Y que el ser consciente de que esta vez no nos estamos sumando a nada, no estamos apoyando nada, es algo que realmente da mucho miedo. Porque lo que estamos haciendo lo estamos construyendo así, de la raíz, y somos nosotras y nuestros errores las que haremos lo que haya que hacer. Esta semana es Manu hablando de barricadas y Miguel respondiendo que no, que no somos tantas, y viajes express a Sevilla con Olmo cantando a voz en grito y yo al volante durante horas, dejando atrás reuniones eternas. Estudiante, a la huelga. Y el 17 de Noviembre ahí tan presente, ya, ahora. No estarás sola, siempre habrá quien se parta en dos en cada despedida. En tiempos difíciles, estrella polar, me comen por los pies los nervios y las responsabilidades. Y esa presión de la Historia, de la Historia con mayúsculas que estamos haciendo lo queramos o no, y yo que me repito y esa maldita conjunción copulativa que se niega a irse de mi teclado. Sólo que no llego a hacerme a la idea; demasiada carga para una sola espalda, me temo. Y hace tiempo que dejé de pensar.

Pues eso. El jueves, a la una, en el hall. Y después encierro en Educación. Y mañana a las siete en Periodismo, para preparar la huelga. Y en el encierro, a las ocho, reunión de coordinación intercampus. Y, y, y. Que la lucha está en la calle.