miércoles, 28 de marzo de 2012

Argumentario.


"Con todo, y pese a que el rechazo a la reforma laboral es masivo, son muchos los trabajadores que a pocas horas de la convocatoria todavía dudan si seguirla o no. A quienes piensan que hacer hoy una huelga es más difícil que nunca, que se lo pregunten a sus iguales del XIX -hacia el que nos dirigimos de cabeza a golpe de reforma-, si entonces eran fáciles unas protestas que costaban cárcel y muerte a muchos. También por ellos debemos hacer huelga, en deuda con ellos y obligados a no malvender unos derechos que tanto costaron. En cuanto a los que se dicen poco dispuestos a perder un día de salario, que bastante apretados estamos ya como para prescindir de unos euros, que echen números de cuánto más pueden recortarles el sueldo con la reforma, y ya verán si les trae cuenta. 
Me queda un último grupo: los que, aun no gustándoles la reforma, piden que se respete su derecho a trabajar el jueves. Oír a un trabajador enarbolar su derecho al trabajo en un día de huelga general es tan patético como escuchar a esos mismos trabajadores repetir en el bar las consignas patronales habituales: necesitamos ser más productivos, tenemos demasiados puentes y festivos, el absentismo laboral es un problema, hemos vivido por encima de nuestras posibilidades o, ahora, el país no está para huelgas. Oír tales fórmulas en boca de asalariados es otra prueba de que la primera ofensiva que los trabajadores sufrimos desde que empezó la crisis no es legislativa ni económica, no son los recortes ni las reformas: el mayor ataque es ideológico. Y vamos perdiendo". - Isaac Rosa.

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