Las
grietas se abren cada vez de una manera más evidente, sin disimulos,
sin medias tintas. Madrid se resquebraja. Un Madrid es suyo: el Madrid
de la represión, del silencio, del miedo; el Madrid del Régimen. La otra
ciudad es nuestra Madriz rebelde, la ciudad de las de abajo, la
combativa, la que defiende la alegría y organiza la rabia; el Madrid de
nuestras vecinas, nuestros barrios, nuestras compañeras.
Es el
Madrid del Régimen el que mañana va a expulsar a cerca de 2.000
estudiantes de la Universidad Complutense por no poder pagar la
matrícula, el que sitia Lavapiés para realizar redadas racistas (16
vecinas detenidas, hace apenas una hora y media) que han sido declaradas
ilegales por tribunales internacionales, el que homenajea fascistas; es
el Madrid del Régimen el que financia violencia de género y el que
acaba de llevarse a uno de mis mejores compañeros y amigos con las manos
esposadas. Nuestra Madrid, nuestro Madrid, no es ése. Porque nuestro
Madrid va a pasar esta noche, y todas las que hagan falta, encerrado en
el Vicerrectorado de Estudiantes de la UCM. Nuestro Madrid es el que se
organiza, el que crea crea redes y echa a la policía de nuestras calles.
Nuestro Madrid, nuestra Madrid, es cientos de mujeres escupiéndole a la
cara a un Ministro de Justicia al que, ojalá, alguien le meta un día
una percha por el culo.
Aquí estamos, resistiendo. Prometemos devolver cada uno de los golpes.
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