martes, 11 de junio de 2013

De un tiempo a esta parte.

Me pasa, cielo, que yo tampoco sé cómo afrontar esto. Que me despierto por las mañanas y me inundas. Que claro que me ha desbordado, joder: a mí y a mis ganas, a mis maneras, a mis ilusiones, a mis proyectos, a mis convicciones; a todas nosotras nos has desbordado. Se me escapa toda entre los dedos; la maldita vida que intento agarrar se resbala. Que ya no es la situación sino esto que me devora por dentro, que me roe la piel de a poquito, que me nubla la vista, que me tiembla de miedo, que me cura de llanto. Las sonrisas, no sé, son lo que me desbordan: cuando las veo y cuando no. Y me desbordan tus caricias y la forma esa en que mi cabeza encaja en tu hombro, así como si estuviera hecho a propósito. Que yo pensaba que esto no pasaba nunca, que era mentira todo. Tus miradas me desbordan. Y mis miradas, también, cuando te veo. De verdad que se me cae el mundo encima cuando trato de gestionar los escalofríos: paro de contar siempre al quinto. Me desborda mi piel de gallina cuando me rozas. O cuando me miras o cuando te escucho. O cuando te pienso. Malditos los tropezones y este apretar los dientes que me desbordan.

Me pasa, cielo, que me desborda el caminar sin rumbo esperando nada. Pero es que me da tanto miedo, cielo, me da tanto miedo que aparezcas mañana a mi lado cuando yo haya decidido dar media vuelta en el camino...

No hay comentarios: